miércoles, 12 de noviembre de 2008

Embaucadores, embelesadores y otras artes


Tengo una amiga que dice que lo que realmente se hacer es enamorar, embelesar, embaucar y conquistar, pero que una vez terminado el juego amoroso, lograda la conquista, ya no se amar.Suelo pensar mucho en ello y todavía tengo la certeza de que se equivoca. La certeza o la esperanza de no ser más que un encantador de serpientes.
Pero quienes realmente lo son, con certeza absoluta, son nuestros amigos los publicistas.
Mantengo una extraña actitud y relación coctélica de admiración-envidia-odio con la publicidad desde hace unos años, cuando la educación ambiental dirigía mis esfuerzos profesionales.
Cuando formaba educadores ambientales les transmitía la idea de que nuestro reto era decir a la gente que abrieran los ojos, que no somos más que unos pobres idiotas supuestamente felices, sumidos en nuestra inmensa ignorancia, todo ello dicho a la cara, sin que se nadie se enfadara y haciéndote entender. Vaya papelón.
Pero si en educación ambiental contáramos con los recursos de la publicidad, otro gallo nos cantaría, de ahí la malsana envidia al "mundo creativo"
En publicidad, directamente nos llaman gilipollas a la cara, sin tapujos, ni ambages, ni medias tintas. De ahí el odio para con los encantadores de serpientes del sistema, aunque he de reconocer que en algunas ocasiones lo hacen de una forma absolutamente genial, de ahí la admiración eventual.
Así que de vez en cuando, cuando la tolerancia al insulto este saturada o cuando lo hagan genialmente, os mostraré desde aquí mi opinión al respecto.




Sobre los anuncios de compresas puede que este todo dicho, pero parece ser que no hay limites a la gilipollez sino no es explicable como pueden superarse así mismos. Es cierto que no soy mujer y que lo más parecido a la menstruación que pueda sentir sea una de "esas veces" si ya sabes, esas en que lo que debería ser gaseoso, es líquido por alguna contraproducente e inesperada
alteración gastrointestinal y te vas.... Puede ser que no este autorizado a opinar, pero es que el último spot de Evax, de verdad que no se como calificarlo. En fin que para ser objetivo, os añado una explicación de intenciones de sus creadores a ver si así nos enteramos !coño¡ de que va el anuncio....




Esta es sin embargo la genialidad de la que os hablo. Disfrutalo.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Lavasecadoras o como convertir a un "Ironman" en un "hombre plancha"




No se que le pasa a las mujeres con las secadoras. En mi caso, mujeres de hasta tres generaciones diferentes, mi hija de 8 años, mi ex-mujer de ... años y mi ex-suegra de ...... años, reniegan de tan maravilloso invento. Pudiera ser por haber padecido algunos efectos colaterales de su uso. Principalmente la ropa de Marina, mi niña, con la disminución de varias tallas y el consecuente enfado de su madre. Pero se trata de casos puntuales más debidos a la inexperiencia del operador, que a la presunta maldad demoniaca que se le atribuye a tan denostado electrodoméstico.

Como un mantra me repito; "la secadora es tu amiga", "la secadora te cuida", "la secadora alarga tu vida".

No quiero dejarme llevar por la pasión que me mueve por el para mi, mejor amigo del hombre... que vive solo, así que me voy a referir a una opinión objetiva. La web de la OCU, en su guia de compras dice:

Lavasecadoras: sólo si tiene problemas de espacio.
Si vive en una zona de clima húmedo y frío, si está cansado de tener siempre la ropa mojada y, sobre todo, si no tiene sitio para otro electrodoméstico y está dispuesto a gastarse unos 700 euros, la lavasecadora puede ser la solución a su problema.

Efectivamente, no tengo sitio en la cocina, el clima es húmedo, no tengo donde tender exteriormente, odio tender y los tendederos de interior, pues no nos engañemos, el programa genético del macho persigue transmitir sus genes lo máximo posible y aunque culturalmente podamos condicionar dicho programa, jugar al tetris encajando las prendas mojadas en el reducido espacio del tendedero, no es lo que más nos pida el cuerpo hacer a los machos de nuestra especie. Como viene incluida con el mobiliario de la casa, me da igual lo que valga. Existen aberraciones visuales inconmensurables en el paisaje urbano, pero como el de la ropa tendida en terrazas, balcones, ventanas y otros dispositivos, ninguno y no pienso contribuir a tan horripilante espectáculo .


Escasa eficacia
Puede funcionar por separado como lavadora y como secadora y también de manera conjunta. Como lavadora es definitivamente más eficaz que como secadora. Cuando se utiliza como lavasecadora su eficacia disminuye notablemente. Se necesitan dos ciclos de secado para secar una carga completa de ropa lavada, con su consiguiente gasto de energía, tiempo y dinero. Lo mejor para obtener un buen resultado es seleccionar la ropa que de verdad le interesa secar.

Incierto, la mía ofrece diversos niveles de secado y solo a veces toallas y prendas de algodón quedan ligeramente húmedas. Con un ciclo basta.

Poco silenciosas
De los tres ciclos que componen el programa de una lavasecadora, lavado, centrifugado y secado, el más ruidoso es el centrifugado.
La opinión de los usuarios a los que preguntamos fue unánime: las lavasecadoras, en general, hacen mucho ruido. Y este es un aspecto muy importante, sobre todo, para los usuarios de tarifa nocturna, que utilizan este tipo de aparatos por la noche.

A mi no me han preguntado, pero contestaría que no hacen mucho más ruido que el tono de conversación medio de cualquier programa de la televisión, tipo Gran Hermano, La Noria o ¿Dónde estas corazón? y que parece ser que ha desaparecido la tarifa nocturna, asi que no seas gilipollas y ponla cuando sales por la mañana de casa mientras estas en el trabajo.

Pero claro, no puedo ocultar ni obviar que arruga la ropa. Si que la arruga y aunque se puede minimizar el grado de arrugamiento, arrugar, arruga. Conocéis mi opinión, la arruga es el estado natural de la ropa, su estado de máxima entropia. Vamos que con lo entrópico que soy, que ya no filantrópico, me la suda bastante llevar la ropa arrugada.

Es cierto que mi estatus social actual, me permite vestir muy muy informalmente. Mi armario apenas alberga un par de trajes que cumplen en las contadas ocasiones que requieren de formalidad, como asistir a algún juzgado, a alguna celebración festivo-sacramental o al último adiós de conocidos y allegados. Sobreviven algunas camisas del pasado, que de viejas han vuelto a ponerse de moda y abundan camisetas, sudaderas y prendas cómodas y funcionales. De mayo a octubre, bermudas, camisetas y cholas (chanclas) y de noviembre a abril, pantalones sport y camisetas de manga larga y/o sudaderas de algodón, constituyen mi simple vestuario, eso si no voy en chandal, arreglado pero informal.

Con ese panorama, entenderéis que nunca planche. O muy excepcionalmente. Pero hasta hace poco al menos tenía plancha, en usufructo, pero tenia. Ya no tengo, Laura la recuperó y se la ha llevado. Tengo la sensación de que ultimamente la ropa se arruga más que nunca en la secadora. O puede que sea solo mi percepción distorsionada la que haga que me parezca más arrugada que nunca. Se que un día hice votos de no planchar. Pero fue a cambio de cualquier otro quehacer doméstico. Eran otros tiempos y otras circunstancias. No se como ha pasado. Pero hay un cajón en mi habitación, que contiene ropa para planchar. Se que hay métodos para alisar la ropa que no requieren de la plancha.

He visto modelos de planchas. Me he asignado un presupuesto, incluso. Voy a comprar una plancha. No se que me esta pasando, ni a que puede obedecer esta repentina preocupación por mi apariencia.
Creo que asistimos a la transformación de Ironman en Hombre Plancha. Espero que sea algo pasajero.


sábado, 1 de noviembre de 2008

Mis Aspiraciones

Me gusta pasar el aspirador. Es sin duda de las tareas domésticas, junto con fregar (aunque esta en otro nivel más zen), de las que menos esfuerzo me supone.Es más, creo que me pone. Pasar el aspirador es realmente brutal, sobre todo para los seres del micromundo. Polvo, minúsculos restos de comida, pelos, pieles muertas, ácaros, granos de arena, gotículas, pequeños organismos, etc, se ven envueltos en un vórtice devorador que en breves instantes, los termina confinando en el reducido espacio confinado de la bolsa de aspiración. Todo ello bajo un estruendo ensordecedor y una demostración de liberación de energía brutal. Desplazar el tubo corrugado del aspirador, con varias extensiones que hacen alcanzable cualquier recóndito rincón, es sublime. Es como si fuera una extensión de ti mismo, puede que tenga incluso alguna significación fálica. Es como esas probóscides evaginables que proyectan muchos gusanos marinos para alcanzar sus presas. Precisa, minuciosa, delicada o poderosa como la trompa de un elefante. Tiene algo de atávico, de ancestral, como ir de caza barriendo lentamente cada centímetro cuadrado de suelo, de tu territorio.
En la naturaleza es solo comparable al devastador efecto del tornado. Como una mortal manga succionadora de destrucción, empleamos microtornados en nuestros hogares para liberarnos de los resquicios minúsculos del mundo exterior y de nuestro propio cuerpo.
Barrer sin embargo no deja de ser una tosca manera de cambiar las cosas de sitio y planchar... un acto contra natura, contra el segundo principio de la termodinámica de máxima entropia. La arruga, es el estado de caos natural al que tiende la ropa y oponerse a ello es absurdo, desesperante, agotador y una inevitable forma de perder el tiempo. Pero eso son otras historias.